Entiendo que la vida occidental produzca cierto hastío y se busquen constantemente métodos de evasión. Hoy disponemos de grandes fuentes de entretenimientos fútiles para que la vida pase de largo lo más rápido posible. La vida parece que es un dejar que pase de largo desde el puro entretenimiento. Un ver como nos hacemos viejos, o ver hacerse viejos a los que nos rodean jugando a la Play.
Lo cierto es que giramos en una bola sin rumbo ni propósito en el universo de las cosas.
Habitamos la sociedad del espectáculo. Una sociedad, la occidental, donde todo tiene que estar espectacularizado. Todo es espectáculo. Todo es ocio, risas y espectáculo; a nivel epidérmico. Todo parece una serie de ficción, Netflix, HBO, Amazon, mas que una realidad en sí misma. A veces, distinguir entre realidad y ficción entiendo resulta imposible. Es desconcertante ver cuando uno ríe o llora sin saber si ríe o llora o imposta que ríe o llora o cree llorar o reir y elije mal el momento.
Una consecuencia de la alienación es la separación entre el cuerpo, la realidad y lo que uno en algún momento ha sido.
Creo que hoy en dia usualmente no se actúa por solidaridad, sino, oh, por pura vanidad y egocentrismo. Tenemos la certeza de que los políticos lo hacen -eso es irrefutable-, en función de sus intereses económicos lo hacen. No dudan un segundo en emplear (o provocar) guerras y muertes, de niños o de quién sea, para sumar votos, para sumar poder, para sumar status. Algunos les creen a pies juntillas sus constantes mentiras aunque sean demostrables (el fanatismo produce esos efectos), y aquellos que no terminan, nadie sabe por qué, en las urnas cada cuatro años votándoles de nuevo. Normalmente se usa ese ridículo tópico de "Si no votas estás a favor de que se perpetúen en el poder los que están hoy". No, si yo lo que quiero que este sistema se hunda por completo. En fin. Estos son misterios sin resolver interesantes. Pero la falsocracia no es tema para hoy.
El caso es que hay individuos que sí, que son solidarios de verdad (yo no lo soy, ni de verdad ni de mentira), pero esos son rápidamente reconocibles. Difícilmente los verás publicitándose o haciéndose selfies, cantando consignas libertarias o antisistema en pleno after antes de salvar el mundo; esos son puramente adolescentes tardíos, de entre treinta a cincuenta años; algunos incluso de mucha mayor edad. Uno nunca deja de sorprenderse. Nunca.
La Flotilla es una muestra más de un mundo materialista y superficial desprovisto de valores reales, de sentimientos reales, y dotado de una serie de desconcertantes fenómenos en los últimos años que carecen de cualquier muestra de sentido común, señal de inteligencia o muestra de algo parecido a lo que se entendía no hace tanto como humanidad.
Aquí no hay batalla cultural, sino estupidez acultural.
Y yo, disculpenme si equivoco el tiro (en realidad no lo equivoco), ahí solo veo egocentrismo, egolatría, culto al yo, autoengaño, en resumen, unos adultos talluditos y excitados con síndrome de Peter Pan prestos a pasárselo pirata en una -imaginaria, aunque no en sus mentes- "misión humanitaria" para "salvar" a los niños palestinos. Pero los protagonistas en sus mentes infantiles no son los niños palestinos, no, sino ellos mismos, que se sienten por un segundo el centro de las miradas de la sociedad del espectáculo. Y se que dentro de ellos mismos creen serlo, creen ser héroes, creen estar haciendo el bien puro. Lo creo, estoy seguro de que lo creen. Pero creerlo no es serlo.
Hace tiempo se cumplió esa visionaria sentencia que se atribuye (probablemente ni siquiera sea suya) al imbécil de Andy Warhol.
"En el futuro todos serán mundialmente famosos durante quince minutos".
Bueno, pues Barbie Gaza y compañía, ya tenéis vuestro quince minutos.
PD: Este texto se lo dedico a la Flotilla, y a todos los medios de comunicación que están dando bombo y platillo a esta pantomima narcisista, y a todos los que siguen esto como una prueba de algo parecido a una demostración de ayuda en causa humanitaria, y no una nueva prueba de que el narcisismo y la estupidez crónicas son la epidemia de las sociedades occidentales.