miércoles, 10 de abril de 2024

Sobre el descubrimiento de un escritor y lector de mi novela

Quería dejar un comentario sobre un extraordinario escritor que he descubierto hace poco muy tiempo. 

¿Qué cómo lo descubrí? Pues no por los canales habituales, internet, o libros que uno va leyendo, que suele ser lo habitual, sino porque el sudodicho vive en Santander y en este momento está leyendo mi novela La sonrisa de Klara. Realmente no sé si le gustará o la pondrá a parir cuando la termine, pero lo que es cierto es que su crítica, cuando menos, me resultará más importante de lo que creía cuando se le envié por email. Mi tío, al que le comenté sobre mi novela hace unos meses, y que le conoce ya que trabajaron juntos en la concejalía de cultura de mi región durante varios años, quedó conmigo una mañana, me pasó su email y me dijo que se la envíara. He de decir que fue muy amable en su respuesta, y que, aunque en este momento está ultimando la edición de una recopilación de cuentos, me dijo que sacará tiempo para leerla. 

Debo reconocer que le envié la novela un poco acomplejado, ya que al ser nuevo en esto de la escritura -al menos tras haber terminado esa primera novela, ahora tengo una segunda corta, sí, pero mi experiencia en novela o narrativa era casi cero hasta hace poco más de dos años-, y, aunque creo la he mejorado más reescribiendo algunos tramos estos últimos meses, y además haya recibido alguna oferta editorial (lo que desde mi punto de vista desde luego no es garantía de calidad para nada), la realidad es que no tenía ni idea de quien era aquel señor que me había recomendado mi tío, ya que servidor nunca había oído hablar de él. Así que tras escribirle decidí informarme un poco sobre su trayectoria como escritor, pero no por cotilleo ni nada parecido, obviamente, sino por el interés que me podía despertar un escritor que no conocía y que de repente iba a leer mi novela.

Nacido en León (la tierra mis parientes por parte paterna) en 1954, se instala en Santander a los veintipocos, me estoy refiriendo a Enrique Álvarez. Tras leer un artículo suyo que encontré en el ABC de hace unos años escrito por el muy reconocido Juan Manuel de Prada (escritor del cual tengo y he leído algunas novelas suyas), he podido, durante este último mes y medio, conseguir algunas de sus obras más imporantes, tres más concretamente, una de las cuales El rostro oculto, conseguí en una biblioteca-ong, Aida Books&More, que hay en Santander, y que forma parte de una red de librerias solidarias, la cual quiero recomendar encarecidamente para aquellos que deseen donar libros o comprarlos ya que ayuda para financiar proyectos de cooperación en paises del Tercer Mundo (se pueden también comprar libros por internet desde su página web).

Continúando con las novelas que conseguí, otra fue a través de todocolección.com -donde suelo comprar novelas o ensayos de segunda mano-, y otra por amazon, y serían estas tres: El rostro ocultoHipótesis con Verónica y Soñar en serio. No me voy a explayar en este momento -primero porque mi salud me impide escribir mucho de continuo sin que luego tenga secuelas, aunque depende del día, hoy parece que estoy mejor, al menos de momento. Tomar valiums también ayuda- en ninguna de ellas, y solo me referiré de manera superficial, diré que la primera, El rostro oculto, es una impresionante novela larga de unas seiscientas páginas (imagino en parte autobiográfica), ambientada en León en su mayor parte y Santander en algunas breves escenas o alusiones. La trama y lo que es el desarrollo de la gran cantidad de personajes que pululan en ella, todas las habilidades que muestra a lo largo de esta obra, me parecen de una maestria insuperable. La segunda, Hipótesis con Verónica, sería una novela muy cortita (apenas 115 páginas) sobre un famoso caso real de una supuesta posesión diabólica ocurrida en Santander en los años 70, y la tercera Soñar en serio (266 páginas), un libro de cuentos y relatos, la mayoría ambientados en Santander. 

¿Mi impresión en general? Perplejidad. Asombro. Desconcierto. Como bien decía Daniel, el personaje de la sonrisa de Klara, cuando Klara lo llevaba por las calles de Barcelona y recordaba que eran esas las mismas calles que ella le había descrito tantas veces por el móvil mientras se dirigía a casa y él, a 700 kilómetros de distancia, la escuchaba sentado a la mesa de dibujo, con las luces del cuarto apagadas, el flexo encendido, música de fondo, y un lápiz en la otra mano. 

El rostro oculto me parece sin dudarlo una de las mejores novelas que he leído en toda mi vida. Cierto que yo me dejo llevar rápidamente por el entusiasmo, al menos al principio, luego la realidad cae y suele resultar decepcionante (incluido uno mismo), pero no me equivoco en este caso. Excepcional me parecería quedarse corto. Su prosa es fabulosa, de una riqueza linguística y a la vez una fluidez incomparables. Su bagaje intelectual y cultural desde luego, espectacular, desplegando de una forma increíble toda suerte de habilidades y virtudes para la narrativa. Los personajes, su capacidad para desarrollarlos y hacerlos terriblemente humanos, su extrema habilidad para urdir diálogos chispeantes, eléctricos, absurdos, surrealistas, serios, divertidos, ingeniosos, intelectuales, entrañables (pero a su vez verosímiles), y esa increíble capacidad para narrar y argumentar pensamientos complejos y de gran profundidad psicológica... Pfff... Bien es cierto que podría seguir y no parar en elogios a este escritor que he descubierto por casualidad y que me resulta un misterio absoluto, sobre todo por la poca o nula difusión que ha tenido en su longeva carrera (como dije nació en 1954). 

Juan Manuel De Prada en su artículo en el ABC, fechado a finales de 2016, hablaba de él y de su obra, y menciona como es uno de esos escritores injustamente olvidados, como suele ocurrir tantas veces con auténticos talentos que van a la contra de lo establecido, que no tienen miedo en remar a contracorriente, a pesar de que luego el premio sea la invisibilidad, sino el denuesto o el rechazo. Evidentemente hay una cierta vena católica en algunas de sus obras que puede provocar rechazo a unos cuantos imbéciles, es la única razón-sinrazón que puedo ver, y lo digo yo que de católico no tengo mucho precisamente, y que he dado palos a las religiones como si no habría mañana a lo largo de mi vida, al menos cuando era bastante más joven. Pero desde luego respeto las creencias, y he de decir que una cosa son las creencias y otras las instituciones que dicen representarlas. En cualquier caso el trato que da este escritor a la religión católica se da en diferentes vertientes, como algo que forma parte intrínseca de sus historias, de la sociedad que retrata y de algunos de sus personajes, lo cual tiene toda su lógica. 

Recuerdo que cuando comencé a leerlo mis expectativas acerca de él eran más bien pocas o nulas, sip, el prejuicio de no haber oído hablar de él estaba por encima de todo -a veces yo tampoco soy una excepción y me convierto en un cretino más, aunque intento siempre mantener una mirada abierta- pero entendí que como agradecimiento lo menos que podía hacer era leer parte de su obra, conocerlo un poco, interesarme realmente por él. También mi curiosidad innata imagino tuvo algo que ver en ello. El caso es que me he quedado muy impresionado, tanto como para escribir esto de una sentada y obligarme más adelante a escribir una reseña. Independientemnte de si su opinión de La sonrisa de Klara le resulta fallida o mediocre, desde luego no va a ser algo que me vaya a afectar negativamente, muy al contrario me sentiré igualmente agradecido por el hecho de que un escritor realmente talentoso la haya leído, y me servirá para mejorar, siempre y cuando siga escribiendo.

De momento dejo el artículo referido de Juan Manuel de Prada en este enlace de aquí abajo, y prometo en un futuro post comentar sobre las obras leídas y si leo algunas más. Interese a nadie o no, me gustaría darle el reconocimiento que merece a este maravilloso autor tan poco reconocido.

Aquí el artículo de Juan Manuel de Prada.

Articulo Juan Manuel de Prada para ABC



 

martes, 9 de abril de 2024

Temas de salud, analíticas (y II). Y cambio de domicilio.

Seré breve sobre esta continuación del post que subí el mes pasado.

Pruebas realizadas. Electromiografía por un lado y analíticas inmunológicas, víricas, hematológicas por otro. Hasta seis tubitos de sangre me han sacado en la pública, y uno diminuto en un laboratorio privado (en consecuencia estos últimos no te sacan sangre como si fueran vampiros, solo el maldito dinero) de las pruebas que la pública no me podían (más bien no querían) hacerme.

Resultados de las pruebas. La electro (por privado, como no) ha salido bien, no padezco ningún problema neuronal en los músculos, ni esclerosis ni nada de eso, esa prueba no falla, al menos en ese sentido. En cuanto a los analísis clínicos: hallados tres virus, o más bien anticuerpos de uno ya inactivo que ha estado combatiendo mi organismo antiguamente. Luego uno activo sin más explicación. Y por último -y éste sería el peor resultado de todos-, en las pruebas de laboratorio privada aparece un tercer virus, o más bien la acción antivirus ante el sudodicho virus, donde me da unos niveles en sangre de entre doce y veinticinco veces superiores a la orquilla entre el nivel menor y mayor de lo que se podría considerar normal, lo que imagino es bastante, por no decir un poco más que bastante, o más bien una barbariudad. Y diría que un mil doscientos por ciento no es precisamente algo normal. También tengo niveles algo elevados de cortisol y en análisis de inmunología, por lo que veremos que determina el reumatólogo este jueves, ya con todas las pruebas que me pidió en sus manos (se las lleve a la consulta, a secretaría, el viernes pasado y me llamaron el lunes para darme cita) podrá espero sacar algo en claro, y pueda recibir un tratamiento o lo que sea, porque cada vez estoy peor, y esto es ya hace tiempo que es un camino sin final a la vista hacia ninguna parte.

En otro orden de cosas, me gustaría comentar que tras cuatro años viviendo en el piso actual (me mudé justo un mes antes o dos de que estallara la pandemia dell COVID, que ya fue casualidad), este año nos mudaremos (vivo con mi madre) a otro piso, con suerte para este verano. Espero que sea una etapa mejor, tanto en salud como en sensaciones, desde luego nunca he dejado de sentirme ajeno a este piso tan desangelado, falto de vida, con esa sensación constante de provisionalidad (que era lo que iba a ser), y cuyo únicos positivos recuerdos que me llevaré serán la escritura y las series de televisión que he compartido con mi madre algunas noches. Ahí quedan al menos La sonrisa de Klara, mi obra autobiográfica (junto a esa segunda parte ya muy avanzada y que he tenido que aparcar por mis problemas de salud) y en menor medida Ageslato, ese en principio relato corto que me puse a escribir a ratos sueltos por no poder escribir con continuidad, y que terminó por convertise en una novelita corta de doscientas páginas. 

Por lo demás, como digo, espero que mis problemas de salud se puedan solucionar de alguna manera -la que fuera-, para poder retomar cierta vida normal, recuperar el ánimo, poder volver a dibujar, escribir con cierta asiduidad, retomar oposiciones y estudios, salir a correr o hacer algo de deporte o salir a dar largos paseos al menos, y poder dormir por las noches sin zumbidos, sin temblores, sin espasmos ni hormigueos ni dolores, sin hipersensibilidad a los sonidos, etc, y cuando menos, encaminar mi vida hacia alguna parte con cierto sentido, modestamente.

Tampoco pido mucho, o eso creo (al menos tener una salud mínima para que las cosas dependan en cierta manera de mí). 

Y con esto me dejo ya de lamentaciones por hoy.




miércoles, 20 de marzo de 2024

Pruebas Agelasto, médicos, etc

Pues nada, ahí sigo realizando pruebas médicas, tras las últimas resonancias (cerebral y lumbar) de hace unas semanas. Lo mejor es que ya tengo una fotografía de mi cerebro, así que aquel que me pregunte como soy por dentro, solo tengo que enseñársela. Mañana tengo que realizarme una electromiografía, al parecer te introducen unas agujitas en el cuello y luego te dan unas descargas eléctricas. Con ello  se puede apreciar la actividad eléctrica del sistema nervioso, por si existiera alguna compresión de un nervio en la médula o en cualquier otra parte. Cosas así. Por otro lado, a primera hora de mañana también tengo que realizarme una una analítica más exhaustiva (no una normal que ya me realicé tiempo atrás junto a exámenes de orina), para determinar desde tiroides, herpes o distintos virus que pudieran haber invadido mi sistema nervioso, o incluso que padeciera alguna enfermedad autoinmune. A ver si definitivamente dan con lo que tengo, porque ya estoy cansado, física y mentalmente, sin poder llevar una vida mínimamente decente, y con todos las limitaciones y padecimientos que conlleva, aparte del factor estrés y ansiedad. El ánimo termina por los suelos, para que engañarnos.

De todas formas, en las últimas semanas, aunque no puedo escribir todo lo que me gustaría ni mucho menos, he podido correguir poco a poco Agelasto, y darle un tercer episodio, con lo que la novela queda cerrada en 200 páginas (cerca de 60 mil palabras), y he realizado unas impresiones a un tamaño mayor y con un diseño de portada que creo más adecuado. Evidente el pesimismo de la historia no deja de ser un reflejo del momento en el que la he escrito y mi estado de salud. Supongo inevitable. La historia, que puedo calificar como de novela existencialista de ciencia ficción, con toques de terror y algunas escenas realmente perturbadoras, veremos hacia donde va, y si tiene salida editorial.

Sobre La sonrisa de Klara, en este momento está siendo valorada por un escritor y un periodista bastante veteranos, ambos con una gran trayectoria profesional (el primero ha publicado varias novelas y cuentos, el segundo ha sido director de un periódico durante más de veinte años). Veremos que me cuentan, y luego que se puede hacer con ella. He estado, estas semanas también, realizando una reescritura y correción de algunas escenas del principio de la novela que no me terminaban de convencer, no cambiando nada de la historia sino añadiendo o mejorando algunas cosas que habían quedado mal o no estaban completas o bien explicadas, sobre todo dentro de cierta crítica social que encierran.

Por último, aquí unas imágenes de las impresiones de muestra de Agelasto en esta versión, para un par de amigos que las lean y me digan un poco que les parece. Y de momento esto es todo por hoy. Saludos y salud para todos.







miércoles, 24 de enero de 2024

Agelasto (impresiones y correcciones)

Aquí tengo una muestra impresa de la novela AGELASTO (con esa portada y contraportada creadas a vuela pluma) a un tamaño de 13,5 x 20,5, versión compacta. Como se puede apreciar es finita, apenas 150 páginas, que, en comparación a La sonrisa de Klara se queda en nada y se lee en dos ratitos (aunque no es una novela fácil, porque es cero por ciento comercial, como no podría ser menos, a mí comercial no me sale nada). Se trata de una novela que podríamos encuadrar dentro de un género llamemóslo existencialista (y) de ciencia ficción

Aprovechando para realizar las últimas correciones directamente a lápiz en esta versión impresa en una terraza soleada (a ver si se mantiene este sol unos días) con un café hirviendo, para luego pasarlas a la versión digital.  













lunes, 15 de enero de 2024

Agelasto. Novela corta. Mi segunda novela.

Mitad de enero y el invierno transcurre sin estornudar. Mi hermana pequeña y mi cuñado han pillado (o les ha pillado él) el Covid la semana pasada. Al parecer él ha pasado dos días malos sin poder coger el taxi y ella, aunque ha ido a trabajar esta semana pasada a su tienda de zapatos, lo ha pasado mal. Por suerte va todo bien. Yo de momento ni gripe ni Covid, estamos pasando una epidemia fuerte por aquí, así que no se puede descartar nada, aunque ya me tocó el año pasado y creo que ya tengo bastantes problemas de salud encima, casi dos años sin descanso. No quiero más, please. Primero al menos curar los que tengo si es posible o al menos que terminen dando con lo que padezco, que por extraño que suene aún no lo sé tras haber pasado por el microscopio de toda clase de especialistas públicos y privados. Pendiente aún de resonancias magnéticas (espalda, lumbar y craneal), y a lo mejor una angiografía. De momento he comenzado a realizar ejercicios paravertebrales por mi cuenta desde antes de Reyes, y tengo intención de apuntarme a un centro de rehabilitación esta semana, ya que llevo esperando siete meses a que me llamen de rehabilitación en la Seg. Social, y para algo que nada tiene que ver con mi dolencia, lesión o enfermedad. Sí no funciona me haré la resonancia cráneal en un privado para descartar cosas realmente serias, según me recomendó un neurocirujano privado. Estoy algo preocupado, no es para menos.

Lloradas las penas sin pan voy a dejar aquí una cosita. Son la portada y la contraportada (esta última con su sinopsis incluida) de una pequeña novelita que he escrito en algunos ratos durante los últimos no sé, tres o cuatro meses. Entre medias estoy/estaba (ya no lo sé porque no puedo escribir bien) desde hace bastante más tiempo, escribiendo dos novelas largas: una, la segunda parte de La sonrisa de Klara, de la cual tengo un montón de trabajo hecho ya que la inicié mientras escribía la primera parte (estuve escribiendo las dos a la vez y tuve que aparcar una), y que he tenido que aplazar en varias ocasiones, y otra sobre Julia, una mujer de mediana edad (56 años) que trabaja en la biblioteca pública de Gerasa, su ciudad de nacimiento, y que debido a un suceso luctuoso ocurrido meses atrás termina viajando a un curioso pueblo acompañada de su perrita Témpora. Allí, paseando por una playa cercana -y ante su total asombro-, se topa entre palmeras un edificio blanco de dos o tres plantas cuyo cartel dice "Sanatorio espiritual". A partir de ahí indagaremos en la psicología de esta mujer y el terrible trauma que arrastra desde su infancia y ha olvidado, aparte de conocer a personajes de lo más extravagantes como el alcalde Troski, el doctor Yoshimoto, el bibliotecario del pueblo Adolfo Ruifáchez, Adriana, la cocinera sordomuda del hostal donde se hospeda, o Konstantios Nikolaidis, un vendedor de marionetas griego, además de muchos de los pacientes con los que encontrará en ese extraño sanatorio. 

Ninguna de las novelas tiene un título definitivo, pero si tengo idea de subir durante este año algunos episodios de la segunda parte de La sonrisa de Klara (que es una historia independiente a la primera, ya que está ambientada once o doce años después ésta, pero en la cual salen algunos de sus personajes principales y se rememoran tiempos pasados también) e incluso de la otra novela también, siempre y cuando las cosas vayan más o menos bien, que mi salud vaya adelante y todo eso. 

Y dicho todo esto vamos con la novela.

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Agelasto, que así se llama esta novela corta, en un principio no era sino un pequeño relato que estaba escribiendo cuando dejé aparcadas las dos novelas comentadas (en realidad también estaba escribiendo otro relato que tengo por ahí a medias). En cierto momento decidí terminarlo y entonces fue ampliándose hasta acabar convirtiéndose en esta nouevelle o novela corta de apenas 150 páginas (poco más de 36.000 palabras.), de la cual subiré algo también. Es una novelita de corte existencial que puedo decir ya que, inesperadamente, se ha convertido en mi segunda novela.

Sinopsis: Un hombre de mediana edad se encuentra confinado desde hace varias semanas en su piso de un barrio de extrarradio a causa de una pandemia. A partir de ahí nos iremos adentrando junto al personaje en un mundo crepuscular, que irá gravitando entre lo real y lo onírico lo neurótico y lo fantástico, con supuestos parricidios en masa, teorías conspiranoicas recorriendo las redes, sueños angustiosos y una invasión de gaviotas hambrientas que atacan a los seres humanos. Todo ello en un barrio que se va a convertir de la noche a la mañana en un inmenso vertedero debido a la aparición de unos extraños camiones negros que irán apilando montañas de desperdicios en las aceras.