sábado, 15 de enero de 2022

El dia del Watusi y Francisco Casavella.

 Este año he descubierto una novela (y a un autor genial), que no por poco conocida entre ciertos sectores literarios marcadamente indies o gafapastas, yo, es que ni idea. Y eso quizá sea porque servidor aparte de vivir en la luna se ha dedicado más a leer clásicos, o en última instancia como en el último año que ha quedado atrás hace un silbido, intentar adivinar los entresijos de la literatura asiática. Por lo demás, la narrativa española, salvo clásicos como Delibes, Cela, Umbral, Pla, Garcia Hortelano o más recientes como De Prada, Javier Marías o Zafón, tampoco es que me haya aplicado demasiado, tengo pendientes a muchos, a demasiados. Evidentemente jamás me leería una novela de pongamos por ejemplo, Juan Gomez Jurado y ese tipo de filfa literaria hecha para mentes idiocias y aborregadas. Es ver un libro de esa calaña en una esquina y salir tarifando de allí como si fuera la kriptonita de Supermán. Es una pena que haya tanta gente que reinvindique la pura bazofia y se la trague a pelo sin explotar como una bosta, pero el caso es que uno además de tener sus debilidades también tiene sus limitaciones, y un sano escrúpulo, no se mete cierta mierda en el estómago a riesgo de convulsionar sin remedio.

Volviendo al tema real de esta entrada: la novela y el genio

Sobre la novela: "El dia del Watusi"(2002-2003) trilogía aquí en un tomo recopilado de más de mil páginas. Aunque aún no me haya leido ni la mitad (ando aún por las 400), he sentido el impulso de dejarla reseñada aquí, porque se trata de un auténtico novelón. Y es que ésta espectacularmente escrita, rebosa talento a cada página. Ambientada en la Barcelona más suburbial, esta monumental novela, con sus tres entregas y más de mil páginas, tiene como protagonista, a Fernando Atienza, un Lazarillo moderno que deambula entre la Transición y los Juegos Olímpicos de Barcelona, buscando el ascenso social desde las chabolas, donde pasa su infancia hasta el barrio marginal en el centro de la ciudad. Algunos críticos señalan que tiene como referencia evidente a Juan Marsé. 

Sobre el genio: También quería reinvindicar al autor, porque falleció muy joven (con sólo 45 años), pocos meses después de ganar el premio Nadal de 2008. Hablo de Francisco Casavella (Barcelona, 1963-2008). Así que de alguna manera dejar aquí mi más sentido homenaje y eterno agradecimiento a este fantástico escritor por un legado extraordinadio al mundo de las letras de este país, y por extensión, del mundo mundial. Prometo leerme el resto de tu obra. 

“Casavella, por ejemplo, no se llama Casavella, sino Francisco García Hortelano, como el autor de El gran momento de Mary Tribune, familiar lejano que le presentó encantado una de sus obras en Madrid. "Casavella es mi tercer apellido. Podría haber elegido el segundo, pero entonces me parecía poco adecuado: Francisco Franco, si bien ahora -ironiza- tal vez me hubiera ido bien para estar a la moda". [...] Nació en una encrucijada peligrosa de Barcelona, entre Poble Sec, el Paral·lel, la ronda Sant Antoni y el barrio chino, hijo de un maestro gallego. De ahí que alternase en su infancia el barrio de emigrantes y broncas del hampa barcelonesa con la tranquilidad rural de Mondoñedo, donde impartía su tertulia otro gran fabulador, Álvaro Cunqueiro, en el café Central. Se reconoce como un niño aplicado, admirador del juego del millón en los bares del barrio, "voyeur" de la mitología canalla de los mayores. "A mí -dice- lo que siempre me ha gustado es inventar historias". Como esas fábulas que inventaban los aprendices de delincuentes: "Era muy fácil hacerse una fama, a menudo efímera, porque igual a los seis meses los veías casados y arrastrando niños. En aquellos años, las broncas entre bandas eran cotidianas, antes de que la heroína destrozara barrios enteros. Ahora hubieran movilizado el despliegue de periodistas, pero entonces ese tipo de noticias no salían en la prensa: lo que favorecía la exageración, el mito. Yo leía el Mío Cid en esa clave de la épica de las peleas callejeras y me salvé porque conocer el paño tan pronto favorece el instinto de conservación". Casavella empezó a manejar dinero muy pronto, cuando entró a trabajar a los 14 años como botones de La Caixa. "Había tres cargosperpetuos: Samaranch, Vilarasau y yo -dice-, porque yo fui el último botones". Él se matriculó en Derecho, y batió un récord: "Estuve una hora, el tiempo justo para saber que aquello no iba conmigo". Lo intentó con la Filología, pero a él le gustaban más la literatura, el punk, el cómic (guiones para "TBO" "El Cairo"), el cine (escribió "La Antárdida" para Manuel Huerga) y las discotecas”.

Y aquí algunas reseñas que he encontrado sobre la novela (Cuando la termine quizá comente algo sobre ella, aunque eso sea lo menos importante aquí):

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 Recapitulemos. Barcelona, enero de 1995: a Fernando Atienza, un arribista más bien cómico y en las últimas, le encargan un Informe Confidencial acerca de uno de esos personajes oscuros que frecuentan indistintamente las páginas de tribunales y los ecos de sociedad de los periódicos. En un contexto de disolución de la democracia a golpe de escándalos políticos y financieros y de pequeñas y grandes claudicaciones, Atienza se dispone a repasar la historia de su ciudad y de su país. Pero también la de su vida. Todo empezó el 15 de agosto de 1971, el día en que con su amigo Pepito el Yeyé corrió detrás del Watusi por toda Barcelona para avisarle de que lo buscaban por la violación y el asesinato de la hija del cabecilla del barrio.

Francisco Casavella murió repentinamente a los cuarenta y cinco años, en diciembre de 2008, mientras escribía una nueva novela que recuperaba el personaje de Fernando Atienza. Tampoco él había podido abandonar el mundo del Watusi. Y, como el propio Watusi, la gran novela de Francisco Casavella se ha convertido en un auténtico mito. La recuperamos en un volumen, con las últimas correcciones que incorporó el autor y con prólogos de Kiko Amat, Carlos Zanón y Miqui Otero.

«Casavella consolida con esta obra un puesto firme entre los narradores que convierten sus novelas en necesidad. Sin ellos, el mundo sería más pobre; tendría menos verdad» (Enrique Turpin, El Periódico).

«La tremenda y crítica visión de una ciudad y de una época sonámbulas» (Ana María Moix, El País).

«El día del Watusi supone la confirmación plena de un autor. Con el tiempo irá adquiriendo el peso que sólo se reserva a aquellas obras que son un referente luminoso y persistente para otras posteriores» (Jesús Martínez Gómez, Quimera).

«Lo que hace Casavella en su literatura heroica es desvelar un secreto, contar una Barcelona a la que se le ha negado toda existencia» (Javier Pérez Andújar, El País).

«Una novela que comienza inspirándose en la rumorología con la facilidad de Casavella para captar la épica oral y acaba culminando en un mundo conspiratorio, como el actual» (Jordi Costa, El País).

«Un perfecto antídoto contra la peor de las enfermedades que puede padecer una sociedad: la autocomplacencia. Creemos estar ante la novela de la santa transición» (Andrés Pau, Levante).

«El día del Watusi es el retrato más descarnado de unos años que todos quieren enterrar bajo la arena de la memoria. Sólo los excluidos de la historia, los que siempre pierden las batallas, podían hacer suya la W de Watusi que planea sobre la novela» (Joan Riambau, L’Avenç).

«Un lujo de nuestras letras» (José María Pozuelo Yvancos, ABC).

«Uno de los grandes narradores en nuestro país» (Ricardo Snabre, El Mundo).

«Casavella ha sabido escarbar en los vertederos de la realidad sin caer en sordidez, de rozar la farsa y el absurdo sin caer en la caricatura, de entretener sin caer en la frivolidad» (J. A. Masoliver Ródenas, La Vanguardia).

«La pervivencia literaria de Francisco Casavella está asegurada» (Times Literary Suplement).








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