martes, 12 de septiembre de 2023

La sonrisa de Klara. CAPÍTULO 74. ÚLTIMO CAPÍTULO: KLARA

Pues sí, 74 capítulos después La sonrisa de Klara (suburban girl), esta primera novela que terminé de escribir en mayo del pasado año (con mayor o menor fortuna), llega a su fin. Huelga decirlo, para mí es bastante más que una novela por lo que representa, quizás por eso lamento que no haya más capítulos para subir al blog (bueno, podría subir algunos capítulos que meti tijera por considerar que eran irrelevantes para el devenir de la trama), y aunque estoy escribiendo otra (tras haber tenido que interrumpirla varios meses por problemas de salud), esta es y será siempre mi novela (aunque con matices, por lo que explicaré más abajo).

Sobre cuestiones que quería reseñar de este capítulo.

Klara no se trata de un capítulo extenso pero si especial, no solo por ser el último, sino también porque tiene algunos puntos importantes que lo diferencian del resto de capítulos. Podríamos decir algo parecido del primero, El sueño, donde en realidad no se sabe si es Klara o Daniel quien lo tiene. Al menos cuando has terminado de leerla y la analizas en detalle en una segunda lectura. El caso es que al terminar esta obra podremos especular con ello, pero nunca antes. Prosiguiendo con este último capítulo, lo primero que vemos es que Daniel ya no está, se ha marchado de Barcelona y, por tanto, ya no vamos a ver las cosas desde su punto de vista. Siquiera desde ese narrador externo que era BatemanXXII y aparecía de vez en cuando. A lo largo de la novela hemos visto a Daniel contar su historia, y hemos llegado con él hasta el final, con su regreso a casa. Hemos vivido con y a través de él una experiencia subjetiva, trasladada a través desde ese yo en primera persona que retrata principalmente su parte emocional (con esas disociaciones en 3ª pers. de BatemanXXII, avatar creado por él mismo en una página web que pasa a convertirse en el mundo real en una suerte de conciencia o parte racional del personaje). Entre medias, también hemos podido ver a ese otro Daniel en escenas donde aparece con Klara, escritas en cursiva y en presente de indicativo con el objeto de que el lector experimentara las mismas sensaciones que el personaje vivía en tiempo real (y no en pasado como el resto de la novela), lo que dotaba a la acción de la particularidad de lo novedoso y de lo incierto, que Daniel sufre como epifanías de un absoluto deslumbramiento.

No deja de ser evidente que aun con el protagonismo de Daniel (pues es su historia), la novela no le pertenece, pues la novela es Klara. Klara es más que un personaje, es la novela en sí misma. Cada página está empapada de su espíritu, todo lo que hace y piensa Daniel está condicionando por su existencia, gravita en torno a la pérdida y a esa extraña búsqueda de Klara en una ciudad que le queda enorme al principio y no entiende desde su mentalidad provinciana, y que también supone una búsqueda y un reencuentro consigo mismo. En conclusión, no existiría esta novela sino existiera Klara. Podría haber otro Daniel, sí, pero nunca podría haber otra Klara. Y lo más importante, Daniel jamás hubiera vivido lo que vivió sino hubiera conocido a Klara. Es por ello que al final debía ser ella quien protagonizara este último capítulo para cerrarla. Porque Klara merecía tener su propia voz interior, y porque no había otra manera de terminarla. 

Al principio escribí este capítulo en 1º persona, pero luego me di cuenta de que no podía hacerlo así. Es cuando comprendí que no podía impostar la identidad de Klara, pero si en cambio podía hacerlo desde un narrador en 3ª persona que le diera un poco más de distancia. Por mucho que estemos hablando de una novela, de algo que proviene del terreno de la ficción (y en buena parte de mis recuerdos), cuando uno se basa en la realidad y en personas reales como es el caso, hay que tener cuidado y ser respetuosos con la imagen que demos de esas personas en las que nos inspiramos. Es por ello que he intentado serlo con todas ellas (algunas de las cuales lo saben), pero especialmente con la persona en la que me inspiré para escribir a Klara. Sin ella nunca hubiera habido novela. Me he apoyado en el conocimiento personal que yo pudiera tener y recordar de su carácter, de su temperamento, de sus gustos, de sus afectos, de su amistad, de sus difíciles circunstancias en aquel tiempo, de su historia personal que depositó en mí sin conocerme de nada, otorgándome una confíanza que no sé si merecí pero que intenté responder lo que mejor que supe, todo lo cual le agradezco, aunque ella no lo sepa. Asimismo he intentado tratarla con el máximo respeto, sin entrar en detalles íntimos o prolijos, pues de lo que se trataba sobre todo era de mostrar a la persona que había dentro, más allá de sus circunstancias y de todo lo demás; a fin de cuentas, es la historia de dos personas que se conocieron, se acercaron y luego se alejaron por motivos X de la vida. Espero haberlo conseguido en cierta manera.

Y tras esta un poco atropellada explicación, que creo es importante, dejo aquí el último capítulo. 

Klara

(Para leerlo, clickear en el enlace y luego descargar el archivo)

En la imagen: Luna llena en Barcelona.






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