jueves, 30 de mayo de 2024

Historia corta: Todo el tiempo del mundo.

Sobre proyectos. Ayer retomé la escritura de la segunda parte de La Sonrisa de Klara (segunda parte entre comillas, ya que está ambientada más de una década después, y La sonrisa... es una novela autoconclusiva). Un veterano escritor profesional del que hablé en un post anterior (Enrique Alvárez) me ha sugerido que la reduzca en número de páginas y la trabaje un poco más (también que la cambie de nombre, aunque eso ya lo veremos), que escribo bien, tengo un estilo vivaz y un conocimiento amplio del mundo, etc. De momento he reescrito buena parte de ella, mejorando a mi entender notablemente el nivel de escritura y de ideas de aquella primera versión que fui subiendo por partes en el blo, pero (importante) sin perder la esencia de la historia y el espíritu de los personajes. Mientras tanto he estado escribiendo algunos relatos. Aparte también tengo aparcada desde hace meses otra novela que tenía muy avanzada protagonizada por una mujer (me resultaba muy interesante, todo un reto escribir sobre y desde un personaje femenino), y luego está la novela corta Agelasto que terminé a primeros de año, escribiéndola a ratos cortos, ya que una obra de seiscientas páginas es de una exigencia que no me podía permitir. Uno de esos relatos cortos sería éste. Se titula Todo el tiempo del mundo, y lo dejo aquí en formato Epub para aquel que le apetezca leerlo si entra por aquí alguna vez, de manera casual o como sea. 

Son poco más de veinte páginas (doce folios). Aquí el enlace:

Todo el tiempo del mundo

Por otra parte y tras más de un año, voy a empezar a dibujar de nuevo. A ver si puedo escribir con cierta constancia sin que se me agraven demasiado los síntomas. Ayer recogí el informe clínico de mi reumatólogo privado, y pedí cita para hoy, dentro de una hora, en mi médica de la Seguridad Social, para que me receten los fármacos que tengo que tomar para intentar mejorar mi salud general, lo cual me ha dicho que no me puede garantizar, ya que aparte de ser una enfemerdad crónica que tiende a empeorar, hay que ver si este tratamiento funciona o hay que cambiarlo. De momento aparte del tratamiento farmacológico, no debo hacer demasiados esfuerzos físicos, sobre todo con peso, incluso me recomiendan yoga, e intentar llevar un vida normal, aunque me duela o empeoren los síntomas. Luego si en mes y medio he mejorado continuar con él. Eso me hace pensar que tendré que seguir de por vida con un tratamiento. En cualquier caso, de momento, a ver que tal me va con él. 




lunes, 27 de mayo de 2024

Diagnóstico médico.

Pues tras dos años con múltiples problemas de salud que no han sabido diagnosticarme en la nefasta seguridad social, con el consiguiente agravamiento de la enfermedad, al fin cuento con un diagnóstico al que aferrarme: Fibromialgia. 

Por aquí tengo un tratado de 700 páginas sobre esta enfermedad escrito por el reumatólogo privado que me lo ha diagnosticado y que me ha regalado muy amablemente, y estoy repasando en este momento. Ayer me levanté con un síntoma nuevo, una afonía que casi no me permitía hablar, otro de los incontables síntomas de esta enfermedad. Según los resultados de las analíticas tenía hasta tres virus activos en mi organismo, y uno de ellos registraba unos valores de entre doce a quince veces más altos en sangre del máximo que entraría dentro de lo normal. Según el reumatólogo, podría ser que este virus u otro -incluso el Covid-, la hubieran desencadenado. Al parecer la fibromialgia es una enfermedad que tarda una media de unos doce años en ser diagnosticada; en parte por estar, hasta no hace tantos estigmatizada por la ciencia ortodoxa.  

En la últimas semanas he tenido que rellenar unas fichas y formularios relativos al dolor y otros síntomas que padezco para poder determinar un tratamiento que se pueda ajustar a mi caso particular y mejorar mi situación actual. Ahora a esperar. No me garantizan mejoría de la noche a la mañana, primero hay que descubrir que es lo que falla, determinar mi nivel de Fibromialgia (al parecer un nivel III te puede incapacitar por completo), y a partir de ahí tratarlo, y que no siga empeorando. Se trata de una enfermedad crónica.

Para poner un poco en claro que es esta enfermedad, a día de hoy sufro o he sufrido alguno de estos síntomas (y otros más) o episodios durante el último año y medio: 

Rigidez, dolor generalizado (sensación de tener el cuerpo dolorido como si me hubieran molido a golpes) en casi todo el tejido blando, leáse músculos, tendones, articulaciones, de la cabeza a los pies (incluso la cara y el resto de la cabeza, garganta, cuerdas vocales, aunque esto puede variar), hipersensibilidad al sol, tensión y ardor muscular en zona cervical y dorso-lumbar, hipersensibilidad al sonido, sobre todos agudos, distintos zumbidos (llevo año y medio con 3 clases de zumbidos diferentes, uno de ellos pulsátil) en la cabeza, que tengo que minimizar tomando valiums (este fármaco también me ayuda como relajante muscular para reducir otros síntomas) para poder dormir por las noches, temblor en distintas áreas musculares, hormigueo constante en manos y pies especialmente, temblor generalizado dentro de los músculos, espasmos musculares aleatorios, frío y calor sin motivo aparente, fatiga crónica, movimientos involuntarios en dedos, síndrome del pie inquieto, ezcemas y morados o arañas vasculares que se forman de repente en cualquier zona del cuerpo acompañados de dolor al tocármelo, rojeces en la cara y en otras áreas, ruidos y latidos en los oídos, latidos en la espalda y cuello, tensión dorsal, lumbar y cervical, niebla mental, problemas de memoria, trastornos cognitivos, caída de cabello, mareos, naúseas, ansiedad, problemas de visión, etcétera, porque se me olvidan.

Algunos persisten en el día a día, otros duran semanas, otros van y vienen según el día o la hora, arbitrariamente, por actividad física o mental, por factores externos como el tiempo y otros, o por factores que simplemente desconozco. 




  

miércoles, 1 de mayo de 2024

Paul Auster y más. DEP. (1947-2024)

Ayer estuve en el velatorio del padre de un amigo mío, y hace un mes y medio en el del padre de otro. Hablo de dos amigos íntimos, de esos excasos que uno tiene a lo largo de la vida y que tiene la suerte de mantener pasados muchos años (décadas). A uno lo conocí cuando apenas teníamos cuatro o cinco años (en realidad no logramos recordarlo, éramos demasiado pequeños, pero yo le saco nueve meses, así que supongo él tendría cuatro y yo cinco), y a otro con trece, catorce. 

Y debo encadenar esto con que el hecho de que hoy falleció el escritor estadounidense Paul Auster. Sin ser un lector propiamente dicho, ni mucho menos, de su obra narrativa, leí el otoño pasado el recopilatorio de sus ensayos, casi 800 páginas (aparte de un un estupendo diálogo epistolar con el novelista sudafricano y ganador del nobel en 2012, J.M. Coetzee, éste del cual si me he leído gran parte de su obra), y debo señalar que me los leí del tirón, -los devoré literamente- ya que parecieron realmente brillantes. Huelga decir que es un hombre de extraordinaria erudición, pero no por ello aburrido, sino todo lo contrario, además de poseer una escritura precisa, fluida y realmente amena -que hace que no puedas dejar de leerlo-, me di de bruces con una mente lúcida y preclara llena de inquietudes, gran sentido del humor, talento creativo, dotado de una sensibilidad y unas cualidades humanas incomensurables.

Esta mañana, al enterarme de su muerte, saqué del armario el ensayo que tenía echando polvo, y encontré este pasaje que yo había subrayado a lápiz (entre otros muchos). Lo curioso es que no fui deliberadamente a buscarlo, sino que me puse a leer unas páginas, se me cayó al suelo, y al recogerlo se abrió justo en la página donde estaba. Resulta cuando menos llamativo viniendo de este autor, cuyas obras tratan acerca del azar, las casualidades imposibles, las sincronías o las serendipias, o que ha dicho cosas como: "Me han ocurrido tantas cosas extrañas en la vida, tantos acontecimientos inesperados e inverosímiles, que ya no estoy seguro de saber qué es la realidad". Tiene bastante que ver con esta época que yo y mis amigos estamos atravesando, esas edades donde ya uno está muy cerca de los cincuenta, ves a mucha cercana gente morir, vamos sufriendo ese proceso de envejecimiento inexorable, nos acordamos de los que están y de los que no están, y de esos pocos que queremos y nos han querido a lo largo de nuestras vidas:

Estoy bien entrado en la cincuentena y las cosas cambian cuando envejeces. El tiempo empieza a escaparse y la aritmética más sencilla te dice que hay más años detrás de ti que delante, muchos más. Tu cuerpo empieza a desmoronarse, tienes dolores y molestias que antes no estaban allí, y poco a poco la gente que amas empieza a morir. A los cincuenta, a la mayoría de nosotros nos visitan los fantasmas. Viven en nuestro interior y pasamos tanto tiempo hablando con los muertos como con los vivos. Es difícil que un joven entienda eso. No es que una persona de veinte años no sepa que va a morir, pero la pérdida de los demás afecta de manera muy profunda a una persona de más edad, y no puedes saber qué va a provocarte esa acumulación de pérdidas hasta que la experimentas por ti mismo. La vida es tan breve, tan frágil, tan desconcertante. Después de todo, ¿a cuánta gente queremos de verdad en el transcurso de toda una vida? Sólo a unos pocos, muy pocos. Cuando la mayoría de ellos se han ido, el mapa de tu mundo interior cambia. Como me dijo una vez mi amigo George Oppen sobre el hecho de envejecer: “Qué raro que le pase esto a un niño”.

Paul Auster (1947-2024). DEP.