viernes, 12 de septiembre de 2025

Preguntas alumnos de la Universidad de Formosa (Argentina) sobre la novela Agelasto (III)

Aquí tenéis la 3ª parte. Subiré la 4ª y última con las siete preguntas restantes hoy o mañana. 



Ramiro y Daniela:



Leandro:



¿Te inspiraste en las tragedias griegas para escribir la obra?



Hola, Leandro, un gusto.



La verdad es que no. Agelasto no nace de la tradición trágica clásica, sino más bien del pesimismo filosófico —especialmente el de Schopenhauer, con su visión del mundo como voluntad ciega y sufrimiento inherente a la existencia. También está muy presente la influencia de los existencialistas franceses, como Camus o Sartre, donde el absurdo, la soledad y la libertad se enfrentan al vacío existencial. Pero quizá lo más cercano al tono de la novela sea el nihilismo contemporáneo, con Michel Houellebecq como figura central. En él encontré una forma de nombrar el desencanto con lo moderno, la desesperanza sin épica, la crítica brutal al simulacro afectivo, económico y sexual de nuestra época.


Así que si hay tragedia en Agelasto, no es la del destino ineludible, sino la de un ser humano desorientado en un mundo que ha perdido toda referencia moral, emocional o espiritual.




¿Qué tan importante es tu autobiografía en relación a la obra?



Es importante, sí. Pero eso no significa que el personaje sea yo. No suelo salir a comprar el pan con un cuchillo de cocina en el abrigo, ni sigo a desconocidos del supermercado hasta sus casas porque mi sexto sentido me dice que ocultan algo turbio… o quizá terrible. Bueno, espero que nunca me por hacerlo. Aunque nunca se sabe —igual me llevaría alguna sorpresa. Lo cierto es que, al final, escribimos siempre desde nuestras experiencias. Creo sinceramente que ese es el

ejercicio más auténtico. Nuestra mirada es la única que tenemos, no podemos salir de nosotros mismos tanto como creemos. Todo lo que vemos, lo vemos desde ahí: desde nuestra biografía, nuestros dolores, nuestras obsesiones. En aquella época, por ejemplo, yo estaba pasando por un momento complicado a nivel emocional. Tenía problemas de salud. Uno de ellos fueron unos acúfenos que me impedían dormir, y empecé a tomar Valium para poder descansar. Es algo desagradable. Eso mismo le ocurre al protagonista.


Sobre lo demás… sí, también hay cosas que se basan en experiencias personales. Pero la novela no es una confesión disfrazada. Es ficción atravesada por lo vivido, y eso, de algún modo, siempre se cuela.




Antonella y Sofía B.:



- Sabiendo que el tono áspero y perturbador de la novela podría alejar a ciertos lectores ¿Por qué decidiste escribirla así?



Hola, Antonella y Sofía B., un placer.



Porque consideraba que sino era así no funcionaria. O peor, que sería una novela falsa, me estaría autocensurando sin necesidad, y la novela tendría poco que ver con la que tenía en mente. Aunque yo no pensaba en los lectores cuando la escribí, desde luego sería una falta de respeto para aquellos que la lean, si hubiera impostado un tono más amable, un barniz azucarado. Para eso ya tenemos los bestsellers norteamericanos y sus constantes sucedáneos. Pero bueno, pasa con las series de televisión, las películas... la cultura yanqui nos ha devorado hace tiempo.


Creo que es un error trabajar pensando en tener más o menos lectores, o escribir pensando en ellos, al menos si quieres transmitir un mensaje realmente honesto. Es un error muy común actualmente. El resultado lo tenemos en la uniformidad de estilos y mensajes vacíos de una gran —siento decirlo— mayoría de novelistas actuales. Me opongo radicalmente a toda esa industria uniformizada cuya única fórmula es la Big Mac en diversas formas, están acabando con la originalidad, con la verdadera literatura.




- ¿Qué función cumple el personaje de Diana en la historia, siendo más una presencia mental que física?




Cumple un rol absolutamente determinante, quizá el más importante, en tanto que es el origen de todo. Sin Diana, probablemente ese personaje ni siquiera existiría. Aunque solo sea un recuerdo — un recuerdo maravilloso, idealizado—, Diana habita en él, tiene más presencia que el presente inmediato, que ese mundo exterior al que apenas presta atención. Quizá sea lo único que lo mantiene a salvo de una inexistencia total. No olvidemos que, como se comenta en la novela (no recuerdo si en tercera persona o en su propia voz), se sienta cada noche esperando una llamada de Diana que, evidentemente, nunca llegará. Y lo hace hasta el último momento —así termina la novela— con una esperanza que roza lo ridículo. ¿Sigue manteniéndola de verdad? ¿O es ya un ritual mecánico, como podría ser cepillarse los dientes?

La pregunta sería: ¿desde cuándo sucede eso? Se intuye que desde mucho antes de la pandemia.




- ¿Por qué elegiste hacer más foco en construir el contexto y no los personajes?



Aunque quizá sorprenda, para mí lo más importante, siempre, son los personajes. Cuando leo una novela, me importa poco la historia, pero me importan muchísimo los personajes. Me preocupo por ellos. Sin embargo, también me preocupa el contexto, porque al final es el contexto el que determina cómo son y cómo se comportan los personajes, igual que nos pasa a nosotros en la vida real. No hay forma de ser sin un entorno que nos condicione.


En Agelasto, al tratarse de una novela con una visión única y bastante cerrada, los personajes obedecen más a ese contexto asfixiante en el que se encuentran. No por ello dejan de ser profundamente humanos. Tienen pasados, heridas, vidas ocultas. Pero para desarrollarlos más habría necesitado crear un tipo de relato distinto, con tramas cruzadas, nexos comunes, quizá una novela coral. Y no era eso lo que esta historia me pedía. Esta novela se centra en lo interior, en lo que ocurre intramuros, de puertas adentro.


El propio protagonista lo expresa en algún momento —no recuerdo ahora las palabras exactas—, pero se sorprende de haber interactuado con tantas personas en tan poco tiempo, y en un nivel tan íntimo. Él, que normalmente vive aislado, en una soledad absoluta (más allá de algún SMS que recibe de un amigo, y poco más), termina entrando en la intimidad de muchas personas. A veces voluntariamente, otras no tanto —como en el caso del hombre del supermercado—, pero siempre confrontado a realidades turbias, dolorosas, humanas.


En el fondo, creo que vivimos una época extraña, ontológicamente inestable. A veces tengo la impresión de que el ser, la voluntad, han perdido consistencia en muchas personas. Y cuando paseo por la calle, en ciertos días, tengo la sensación de estar caminando dentro de una novela de ciencia ficción. No necesitaba inventar mundos distópicos. Ya estamos dentro de uno.




Ariadna y Renzo:



1. ¿Por q eligió enmarcar la historia en una narrativa existencialista y en qué medida se inspiró en la filosofía de Camus?




Hola Ariadna y Renzo, saludos a ambos.



De Camus tomé, sobre todo, la cita de La peste que aparece al principio de la novela, y también la lectura de El extranjero. El protagonista de esa novela, Meursault, representa al hombre alienado, ajeno a toda emoción socialmente esperada. Y en eso, sin duda, tiene ciertas similitudes con el protagonista de Agelasto.


Meursault asesina a un hombre a sangre fría, sin una justificación clara, y su pensamiento — distante, indolente, casi inhumano— parece resonar con esa misma anomia que atraviesa a mi personaje. No creo que los dos se fueran de cañas juntos, sinceramente, dudo incluso que se dirigieran la palabra. Pero podrían ser hermanos de sangre. O al menos, primos. De hecho, se podría decir que Meursault es también un agelasto. Son de la misma raza: los que ya no pueden

reír.




2. ¿Qué elementos de la filosofía de Nietzsche considera que se evidencian más en la obra?



Leí toda la obra de Nietzsche hace más de veinticinco años. Fue mi filósofo de cabecera durante mucho tiempo. Podría decir que fue mi primera explosión intelectual. Luego, un a, lo tiré a un pozo. Su amoralidad, que al principio me parecía liberadora —incluso divertida—, acabó por resultarme profundamente repugnante. Es difícil que Nietzsche no tenga algún reflejo en muchos jóvenes de cualquier época. Reconozco que su pensamiento es intelectualmente potente: beligerante, carismático, seductor. Encandila con toda esa filosofía del superhombre, la idea del eterno retorno, la transvaloración de los valores, la voluntad de poder… Es un pensador que nunca parece pasar de moda. Cada nueva generación lo revive. Y es comprensible, porque el nihilismo contemporáneo tiene su raíz en él. Aunque muchas veces, creo, se lo lee de manera superficial o poco fidedigna.


En Agelasto hay, sin duda, una resonancia con ese nihilismo: la caída de Dios, la desvalorización de los valores, la ausencia de horizonte ético. Pero no se trata de una celebración. Mi novela no reivindica la amoralidad, ni esa lógica brutal del más fuerte. Al contrario, el protagonista de Agelasto, a pesar de su frialdad, es capaz de compasión. Sufre. Llora. Reacciona ante el dolor ajeno. Nietzsche, en cambio, propone una amoralidad total: no existe el bien ni el mal, solo el fuerte y el débil. Y eso, al final, no me interesa. No quiero un mundo así. Incluso aunque tenga razón.




3. ¿Por q “La prueba de Abraham” es una referencia constante a lo largo de la novela? Tanto en el inicio cuando se explica el virus que causa qué los padres maten a sus hijos como en la razón por la que el protagonista se aleja de la religión.



No diría que sea una referencia constante de forma explícita, pero sí es cierto que la prueba de Abraham está inserta en el germen de la novela. Está ahí, en el fondo, aunque uno no crea. Porque forma parte de nuestra herencia cultural, de ese imaginario que une fe, sacrificio y obediencia. En Agelasto, hay niños que mueren a manos de sus padres. ¿Motivos religiosos? Tal vez (la cuna del chivo). ¿Motivos ontológicos, víricos, existenciales? También. El sacrificio del hijo puede interpretarse como una metáfora extrema de la ruptura entre generaciones, o incluso como una lucidez monstruosa: la de quien cree que está liberando a su hijo del peso de la existencia.


En ese punto entra Schopenhauer. Él decía:



Imaginad por un instante que el acto genérico no fuese una necesidad ni una voluptuosidad, sino un asunto de reflexión pura y de razón... ¿No hubiera tenido cada cual bastante lástima de la generación futura para ahorrarle el peso de la existencia?”



¿Y si ese virus, en su forma más febril y terrible, otorgase a los padres esa “reflexión pura”? ¿Y si actuaran desde una forma de lucidez sin alma, no por odio, sino por una compasión distorsionada? ¿Es un crimen, o es una forma desfigurada de amor radical? La novela no da respuestas. Solo

plantea casos. Caroline, por ejemplo, trata de proteger a su hijo con fiereza, y huye cuando sospecha que el protagonista podría ser uno de esos asesinos. Moira vive en un estado mental frágil. ¿Mató a su hija? ¿O fue su marido, que nunca aparece? ¿O es todo una forma de autoengaño, de culpa que la hace inventar otra versión de los hechos? Y Leire… esa mujer que vive con un marido borracho y violento, encerrada, con sus hijos. ¿Está atrapada? ¿Está anestesiada? ¿Está al borde? Al final, la prueba de Abraham ya no se le exige a un solo hombre. Se ha expandido como sombra colectiva. Y lo terrible es que —como en el mito— ni siquiera sabemos si hay un ángel que detendrá el cuchillo a tiempo.




4. ¿Qué significado tiene que el protagonista después de la pesadilla del monstruo y al salir por primera vez de su casa se encuentre con un gato negro muerto?



En principio no existiría un vínculo directo entre la pesadilla del monstruo y el gato negro muerto. Agelasto no funciona con correspondencias cerradas, sino con imágenes que reverberan, que dejan huella sin necesidad de explicación inmediata. Lo que sí ocurre es que ese gato negro muerto puede activar un recuerdo, uno que aparece más adelante en la novela: una escena pasada con Diana, cuando encuentran a un gatito agonizando, envenenado. El animal escupe sangre y espuma. Y el protagonista tiene que decidir si prolonga su agonía o la termina. Toma una piedra y le aplasta la cabeza. Un gesto brutal, sí. Pero también un gesto de compasión. Quizá ese gato negro no sea más que una imagen disparadora de ese recuerdo: la culpa, la compasión, el horror de tener que tomar decisiones irreversibles frente al sufrimiento ajeno. En esta novela a menudo la realidad funciona como detonante del pasado, y lo que aparece en el mundo exterior es una excusa para mirar hacia adentro.


5. ¿Por q el protagonista describe a las gaviotas cómo las dueñas de la ciudad? ¿Qué simbolismo implican las gaviotas?




No hace mucho (no recuerdo donde) leí que en una zona costera de Inglaterra muchas gaviotas, hambrientas, habían empezado a atacar a los transeúntes en la ciudad. Más cerca en el tiempo, hace apenas unos días, estaba tomando un café en una terraza, junto a una arboleda, y vi cómo una gaviota se lanzaba en picado sobre una paloma y la destripaba a escasos diez metros de donde estaba. Luego llegaron más. Ese tipo de imágenes queda. Las gaviotas son aves limítrofes: viven en la frontera entre lo salvaje y lo urbano. Son carroñeras, oportunistas, ruidosas. En Agelasto representan algo más: la naturaleza que irrumpe, que ya no se contiene, que invade la ciudad como una respuesta o como un síntoma. Salen de su hábitat porque ya no hay comida. Terminan atacando al ser humano, ese mismo que ha destruido el equilibrio que les permitía mantenerse lejos.


No es exactamente un mensaje ecologista radical, pero una advertencia. Una imagen inquietante. Porque, si lo pensamos bien, no estamos tan lejos de Agelasto.




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