lunes, 12 de mayo de 2025

12 de mayo. Día mundial de la fibromialgia y el síndrome de fatiga crónica.

Hoy al parecer -y me he enterado hace apenas unos minutos-, se celebra el Día Mundial de la fibromialgia. No está de más recordar un poco esta invisible enfermedad, y el como la etapa Covid-19 desencadenó con fuerza los síntomas en muchas personas (en mi caso probablemente ya la tenía desarrollada desde hacía bastantes años pero no de manera significativa, con escasos síntomas, como dolores periódicos que podía achacar a artrosis u otros problemas menores). Desde mi experiencia personal puedo testimoniar que, aparte de ser muy limitante, es muy desesperanzadora. Y que tardé más de dos años en descubrirla, tras decenas de pruebas médicas, innumerables desencuentros con toda clase de profesionales de la S.S, y una cantidad importante de dinero gastado en médicos privados, por no decir de pasar muy malos momentos por la polisintomatología. De cualquier modo, reconozco que nunca pensé que padeciera esta enfermedad, hasta que el reumatólogo, el último de los especialistas a los que acudí (cuando estaba ya a punto de tirar la toalla), me llevó por el camino correcto.   

El diagnóstico de síndrome fibromiálgico constituye un reto, entre otras cosas por la ausencia de marcadores de laboratorio que pudieran confirmar o refutar su presencia. Habitualmente, son pacientes con múltiples síntomas, variables en el tiempo en calidad y en  intensidad, incluso con dificultad para  pormenorizar sus quejas, y que se sienten abrumados; personas con angustia significativa, con dolores en múltiples regiones del cuerpo y tratamientos ineficaces para ellos (“nada funciona”), fatiga discapacitante y multifacética,  hipersensibilidades, alteraciones del sueño, y otras manifestaciones clínicas que menoscaban su calidad de vida. A pesar de los avances en su comprensión, estas patologías continúan siendo subdiagnosticadas y diagnosticadas tarde.

"La pandemia que nos afectó desde marzo de 2020 vino a complicar la situación de las personas que sufren síndromes de fatiga crónica,  fibromiálgico, de dolor centralizado, y sensibilización central.  La carga de estrés en condiciones  “de pandemia”,  las dificultades para acceder a los servicios de salud, los cambios en el cumplimiento del ejercicio físico, las variaciones en los programas de fisioterapia y las condiciones de trabajo remoto tuvieron un impacto en los pacientes. El fenotipo clínico de síndrome post-COVID comparte múltiples similitudes con los síndromes fibromiálgico y de fatiga crónica; un diagnóstico comórbido de síndrome post-COVID-19 puede suponer un impacto elevado de los síntomas y la gravedad de la enfermedad de base. Vías neuroinflamatorias, neuroplasticidad en el sistema nervioso central, y cambios en el sistema nervioso autónomo parecen inducir la aparición de síntomas relacionados y compartidos en estos síndromes. Son necesarios estudios futuros que acoten características diferenciales  y similitudes en estos procesos.

Hoy en día, es irrebatible la necesidad de atención integral de las personas que soportan síndromes de dolor generalizado y de fatiga crónica. En cada paciente, y dependiendo de la severidad clínica en cada momento, se debe considerar un programa de tratamiento individualizado y multidisciplinario. Un enfoque inicial de atención integral de estas enfermedades crónicas engloba: educación del paciente y terapia cognitiva-conductual, considerar y tratar comorbilidades, programa de ejercicios, y tratamiento farmacológico."





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